Dediqué todo este útlimo mes a viajar por la patagonia. Descubrí, entre otras cosas, cuan contaminado estaba mental y espiritualmente. Cada vez que salgo de Buenos Aires me sucede lo mismo. Me doy cuenta que no puedo estar más de un año sin salir de esa hermosa y, a la vez, endemoniada ciudad. Ya a partir del noveno mes comienzan mis rollos mentales. Es loco, pero uno se da cuenta que cuando camina por las calles de Buenos Aires evita las miradas de los transeúntes. Son miradas poseídas, violentas, que aspiran las energías de uno y le transmiten malestar. Estaba a orillas del lago Lolog pescando truchas y disfrutando de la soledad y la calidez uterina de la naturaleza. Al volver a mi cabaña escucho en el noticiero: "los piqueteros marchan a plaza de mayor; ya van 191 las víctimas de República Cromañón; la sensación térmica es de 40º; la zona sur de Buenos Aires está sin agua y sin electricidad; etc". Y me pregunté porqué razón la mitad de la población argentina se concentra en un lugar tan inhóspito, tan insalubre, tan contaminado, como Buenos Aires. En la patagonia (San Martín de los Andes, Ezquel, Villa La Angostura, etc.) la gente no consume TV ni celulares. No hay pobreza y faltan profesionales. Todo el que va a trabajar encuentra rápido los medios de quedarse a vivir allí.
Por eso decidí armar las valijas este año y mudar hacia Ezquel o Trevelín. Quiero vivir. No quiero trabajar once meses al año para poder tener un mes de vacaciones. No se justifica. Buenos Aires produce esquizofrénicos como Geral Ford producía automóviles. Se puede vivir tranquilo, sin ansiedad, sin necesidades superfluas. Hay que encontrar el lugar. Creo que todo ser humano tiene un lugar en el mundo que lo espera. Pero son muy pocas las personas que se atreven a ir en busca de ese lugar. Muchas personas son "natalhormonales". Nacen, viven y mueren en la ciudad que los vio nacer. Y no tiene que ser, necesariamente, así. La patagonia está comenzando a poblarse. Los extranjeros, sobretodo, siempre más rápidos y agudos que los argentinos, ya se están instalando allí.
Invito a todo aquel que no encuentre su sentido de pertenencia en su ciudad a que arme los bolsos y salga a buscar su lugar. El que busca encuentra.
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